Hoy fue el día más impactante para mí de
todos los anteriores. No fue sólo por los chicos, ellos se portaron
excelentemente hoy, pudimos llevar a cabo la actividad que habíamos
preparado y les interesaron mucho los temas que les planteamos.
Continuamos
con la problemática de los derechos del niño, trabajamos con imágenes
que los chicos describieron, y analizamos entre todos si en ellas se
estaban respetando o no los derechos y por qué. Llegamos a varias
conclusiones que esperamos los chicos puedan recordar y aplicar en la
cotidianeidad. Y nosotros también; nunca está de más recordar lo que
debería ser, lo que querríamos que fuera. Vimos un cambio importante, ya
que pudimos mantener una linda charla entre todos, sin interrupciones
violentas, sin que los chicos quisieran irse a volar avioncitos.
También hubo algunos que trajeron tarea, a pesar de estar de vacaciones, con la cual pudieron avanzar.
La
tarde soleada nos ayudó mucho porque no nos golpeaba el frío invernal
del sábado pasado, y la merienda fue de jugo y galletitas dulces.
Lo
más impresionante (en el sentido de causar un efecto impactante,
tristemente “no positivo”) fue lo que nos contó y mostró Gloria, la
compañera que nos presta el lugar, los materiales y que todas las tardes
les da la merienda a los chicos. Antes de llegar al merendero, nos
llevó por una calle donde pudimos ver: a un lado viviendas y al otro una
gruesa baranda de metal que nos separaba de un terreno enorme cubierto
de pastos altos. Al acercarnos a ella, vimos lo que nuestro olfato nos
señalaba: un improvisado basural al costado de esa pared, festín de
ratas revolviendo los deshechos, cementerio material de lo que ya no
sirve, de pelotas de fútbol perdidas para siempre luego de alguna patada
desmedida, pañales, paquetes de comida, bolsas de polietileno. Nos
contó que están pensando con los compañeros de Barrios de Pie en
comenzar una campaña para terminar con esa fuente contaminante que
afecta la salud de los habitantes del barrio Piletones. Ese terreno es,
además, el destino del agua de las cloacas.
Ver estas
situaciones me frustra, porque sé que no sólo ocurren en este barrio de
Villa Soldati sino por todo el país y probablemente yo no pueda
cambiarlas. Por otro lado, me dan más ganas de seguir trabajando para
concientizar a la gente que conozco, y a los mismos chicos que vienen al
apoyo, ya que esa misma basura es generada y depositada allí por los
mismos vecinos del barrio. Ganas de impulsar, de luchar por políticas
inclusivas para el tratamiento y recolección de la basura, que en muchos
barrios de la capital es efectivo, pero no en todos.
Ver estas
realidades nos pone en movimiento. Creo que es lo que nos aleja de la
inercia de quedarnos estancados en nuestra propia rutina. De cegarnos
por lo que nos dicen o muestran los medios de comunicación. Ninguno te
lleva a presenciar en carne y hueso lo que viven los otros, yo creo que
hay que verlo por uno mismo.
Clarisa
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