Llegamos al barrio más temprano que los otros días, por lo tanto fuimos a buscar a los chicos y chicas para comenzar la actividad que teníamos planeada. Quisimos apelar a la creatividad este sábado, de una manera muy divertida: pintando un mural.
Nos pareció que pintando esa pared azul lisa, los chicos se podrían expresar y al mismo tiempo aprender a compartir ese espacio del cual se adueñan semana a semana. Llevamos todos los materiales a nuestro alcance y con cuidado comenzamos la tarea de decorar esa parte del muro que se enfrenta al merendero de Gloria.
Por decisión de la multitud, sería un dibujo libre, cada uno expresaría lo que tuviera ganas; nosotros también. Así quedó la pared, una mezcla de nombres, palabras, flores, manos pintadas, lápices, autitos, estrellas. Pinceladas gruesas y finitas, dibujos enormes y otros pequeños, que se entrecruzan en ese azul que no es el del cielo ni el mar. Nos llevó toda la tarde hacerlo, fue difícil de coordinar, casi imposible evitar peleas entre ellos, pero al final todos tuvimos la oportunidad de dejar un pedacito nuestro ahí.
Fue una tarde divertida, desordenada por momentos, pero nos fuimos con un balance positivo del barrio. Y con las manos y brazos manchados de pintura, como era de esperar.
Clarisa
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