
Es difícil de poner en palabras lo que uno siente al atravesar el barrio y ver con sus propios ojos el modo de vida de la gente, preguntándose por un lado si uno podría vivir así, de esa manera, y pensando lo lejos que estamos de nuestras propias casas, nuestros propios barrios.
Atravesando veredas atiborradas de vendedores de golosinas y ropa usada, y abriéndonos paso entre caminos de tierra embarrada y llena de charcos, por fin llegamos a lo de Gloria. Ahí algunos preparamos los materiales y otros fueron a recorrer las viviendas para convocar a los chicos. De a poquito fueron llegando algunas caras conocidas y, por suerte, también bastantes caras nuevas. Lo primero que hicimos fue ayudarlos como el encuentro anterior a que completen sus tareas para el colegio. Algunos tenían que resolver problemas o cuentas de matemática, o hacer oraciones para lengua. Otros tenían para hacer cosas de ciencias sociales o ciencias naturales, e incluso recuerdo que había una nena que tenía que hacer ejercicios de contabilidad.

Sinceramente, no estoy segura de si me entendió todo lo que dije, o si finalmente logró aprenderse la canción de memoria. Lo que creo que sí sucedió, más allá de los conocimientos concretos que le hayan quedado, es que Lourdes tuvo contacto con otro modo de aprendizaje, y eso es lo que más me llenó de la experiencia. No me preocupa no haberle podido transmitir perfectamente a Lourdes qué pasó el 25 de mayo, pero me encantaría que esto haya servido para que el día de mañana al menos tenga la motivación necesaria como para interesarse en el tema y aprender más por su cuenta. Es que para mí, no hay nada más importante que enseñar a aprender.
Carla
No hay comentarios:
Publicar un comentario